19 de abril de 2015

Hacer el "sesenta y uno"

El título de este artículo no se refiere a una postura erótica concreta extraída del Kamasutra -como es posible que alguno haya interpretado al leerlo-, ni al tranvía que yo cogía para ir a clase en la Ciudad Universitaria hace ya medio siglo (a partir de cierta edad se pueden utilizar fracciones de siglo sin grandes dificultades), sino a una forma de evitar el fenómeno de la bipolarización política que sufre la opinión pública de nuestro país, como consecuencia, entre otras muchas cosas, de la influencia que ejercen los medios de comunicación, no ahora, desde siempre. En ese sesenta y uno del encabezamiento, el 6 representa a La Sexta y el 1 a TVE 1, dos cadenas de televisión cuyos telediarios sigo desde hace algún tiempo, uno detrás de otro, por el orden que imponen los horarios. Es evidente que estas dos cadenas no son más que un ejemplo para ilustrar lo que quiero hoy analizar en este artículo. Tradúzcalo el lector a cualquier otra variedad de medios, sean estos prensa, radio o televisión.

Digo que veo los telediarios de estas dos cadenas, porque de sus versiones, dispares hasta lo desconcertante, saco mi propia conclusión, que no tiene que situarse necesariamente en un punto medio. Dependiendo de la noticia, mi elaboración mental la colocará más cerca de una que de otra, incluso a veces podrá coincidir con alguna de las dos, por qué no. No se trata de una media aritmética, sino de dos puntos de referencia que me ayudan a entender mejor las noticias. Es un ejercicio intelectual que aconsejo a todo aquel que no quiera dejarse influir por lo que dictan los medios de comunicación, por lo general tendencioso y sesgado, en uno u otro sentido.

No quiero caer en la tentación de poner ejemplos con nombres y apellidos de informaciones discrepantes, porque hay tantos que prefiero dejar a los lectores que sean ellos quienes los pongan. En esta ocasión me inclino por hablar en abstracto. Así, si se trata de la interpretación del resultado de alguna elección, una de las dos cadenas dirá que el partido ganador no ha alcanzado la mayoría absoluta como pretendía, mientras que la otra asegurará que se han cumplido sus expectativas electorales con creces. Si de corrupción se habla, las dos la condenarán (¡hasta ahí podríamos llegar!), pero los ejemplos que utilicen serán distintos. Si de economía, una verá el vaso medio lleno, la otra medio vacío. Como excepción, es posible que coincidan en el pronóstico del tiempo.

Resultaría irrisorio, si no fuera porque algunas veces uno se siente agredido, intelectualmente hablando, por supuesto. No son posibles esas diferencias de valoración, salvo que aceptemos que están manipuladas, unas veces porque lo ordenan los poderes fácticos y otras por la tendencia política de quien las expone, aunque en ocasiones las opiniones se disfracen de contrapunto de la mentira, de periodismo valiente y esforzado.

Sucede sin embargo que son muchos los que, no sólo sienten simpatía por un medio de comunicación determinado, sino que además no pueden soportar lo que se ofrece en otros. Si a la afinidad por el primero se une la animadversión hacia el segundo, está servida la fidelidad a uno solo, con la consiguiente riesgo de pérdida de objetividad, porque falta el contrapeso de las ideas de signo contrario. Mi recomendación es hacer un esfuerzo, tragar quina y acudir a dos interpretaciones de la realidad, a ser posible discrepantes en sus planteamientos, y después utilizar la inteligencia para cocinar las referencias que llegan al cerebro y sacar conclusiones. Sólo así  se podrá ser objetivo, al menos intentarlo.

A eso es a lo que yo llamo hacer el sesenta y uno.

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