12 de abril de 2015

El huerto ya no está abandonado

Los viejos perales en flor
(Dedicado a la Guijarrada)

Hace ya unos años asistí a una de esas cenas que se organizan en Castellote durante los calurosos meses de verano, veladas que por lo general transcurren en las viejas cuadras de nuestras antiguas casas del pueblo, ahora acondicionadas como bodegas o comedores rurales. Me llamó la atención la decoración que los dueños habían dado a un entorno tan rústico como aquel, celosías pintadas de verde cubriendo las paredes, con flores artificiales colocadas en macetas sujetas a las estructuras de madera, en un creativo e ingenioso intento de darle cierta frescura a unas estancias tan oscuras como acostumbran a ser los establos.

Le comenté mi impresión a una de las artifices de la ambientación y le confesé al mismo tiempo mi propósito de imitar su estilo en las cuadras de nuestra casa, más grandes y quizá un poco más luminosas que las suyas, pero al fin y al cabo estancias sombrías, situadas en los semisótanos de la vivienda. Me miró con extrañeza y me contestó que si ellos dispusieran del huerto que teníamos nosotros, no se hubieran molestado en intentar darle viveza a las cuadras, sino que hubieran acondicionado ese espacio exterior semiabandonado, para utilizarlo como complemento de la bodega.

Así nació la idea de recuperar el huerto de nuestra casa de Castellote. En aquel momento decidí ponerme en el empeño de ir poco a poco desbrozando el terreno, que al cabo de veinticinco años de abandono se había convertido en un lugar casi inhabitable, sanear los viejos frutales de épocas anteriores que todavía sobrevivían de cuando durante tantos años o quizá siglos estuvo cultivado, plantar nuevos árboles, construir jardineras, colocar plantas ornamentales, enredaderas y setos, instalar tomas de corriente eléctrica y un sistema de riego gota a gota, cambiar las puertas de acceso, arreglar las escaleras que comunican los bancales entre sí y tantas otras cosas necesarias.

Recuerdo que al principio mi familia, cuando me veía sudar la gota gorda a pleno sol, con la azada en la mano y haciendo unos esfuerzos impropios de mi edad, me miraba con cara de preocupación, sospechando que algo grave debía de estar sucediéndole a mi sistema neuronal. Quizá por eso de que soy el mayor de los hermanos no se atrevieran a llevarme la contraria y me dejaran trabajar cuanto quería, pensando que el desvarío sería pasajero y en algún momento remitiría el brote de locura.

Un día, cuando descubrieron que alguien había descargado varias toneladas de piedras, colocadas en estratégicos montones, alineados a lo largo del perímetro donde había decidido construir unos alcorques de más de veinte metros de longitud y cuarenta centímetros de altura, debieron de pensar que el deterioro mental era ya irreversible, aunque continuaran guardando un respetuoso silencio, que me permitió seguir trabajando sin demasiados sobresaltos.

La pérgola
Han pasado más de diez años desde que tomé aquella decisión y el huerto ya es otra cosa. Los árboles van creciendo, los rosales se han convertido en arbustos vigorosos cubiertos de rosas durante muchos meses al año, los frutales florean multicolores en primavera y las enredaderas cubren la pérgola central. Y ahora todos disponemos de un lugar al aire libre donde leer, tomar el aperitivo o charlar con los demás miembros de la familia o con los amigos de toda la vida. Y lo que es mejor todavía, parece que he recuperado la confianza de la familia en mi cordura, gracias a que aquellas toneladas de piedra se han convertido en unas elegantes jardineras, llenas de frondosos arbustos y de flores de mil colores.

Es curioso que una cena en una cuadra decorada con cierta coquetería artificial haya dado lugar a que se recupere nuestro huerto de Castellote. Pero más curioso todavía es descubrir que de aquella cena surgiría más tarde el nombre de este blog, aunque quizá debiera cambiarlo, porque el huerto ya no está abandonado.

2 comentarios:

  1. Luis, yo que soy uno de los "usuarios" de tu "huerto abandonado" te doy las gracias por la idea de "desabandonarlo".
    Angel

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  2. Podría titularse ahora: El Huerto desabandonado, o El Huerto Habitado, o El Huerto ajardinado....o ... llamo al "brainstorming" para un nuevo título del blog, pero no me cabe duda que a su autor se le ocurrirá en breve (si no se le ha ocurrido ya) uno estupendo o mantendrá el que está, que está estupendamente bien.

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