Los viejos perales en flor |
Hace ya unos años asistí a una de esas cenas que se organizan en Castellote durante los calurosos meses de verano, veladas que por lo general transcurren en las viejas cuadras de nuestras antiguas casas del pueblo, ahora acondicionadas como bodegas o comedores rurales. Me llamó la atención la decoración que los dueños habían dado a un entorno tan rústico como aquel, celosías pintadas de verde cubriendo las paredes, con flores artificiales colocadas en macetas sujetas a las estructuras de madera, en un creativo e ingenioso intento de darle cierta frescura a unas estancias tan oscuras como acostumbran a ser los establos.
Le comenté mi impresión a una de las artifices de la ambientación y le confesé al mismo tiempo mi propósito de imitar su estilo en las cuadras de nuestra casa, más grandes y quizá un poco más luminosas que las suyas, pero al fin y al cabo estancias sombrías, situadas en los semisótanos de la vivienda. Me miró con extrañeza y me contestó que si ellos dispusieran del huerto que teníamos nosotros, no se hubieran molestado en intentar darle viveza a las cuadras, sino que hubieran acondicionado ese espacio exterior semiabandonado, para utilizarlo como complemento de la bodega.
Así nació la idea de recuperar el huerto de nuestra casa de Castellote. En aquel momento decidí ponerme en el empeño de ir poco a poco desbrozando el terreno, que al cabo de veinticinco años de abandono se había convertido en un lugar casi inhabitable, sanear los viejos frutales de épocas anteriores que todavía sobrevivían de cuando durante tantos años o quizá siglos estuvo cultivado, plantar nuevos árboles, construir jardineras, colocar plantas ornamentales, enredaderas y setos, instalar tomas de corriente eléctrica y un sistema de riego gota a gota, cambiar las puertas de acceso, arreglar las escaleras que comunican los bancales entre sí y tantas otras cosas necesarias.
La pérgola |
Es curioso que una cena en una cuadra decorada con cierta coquetería artificial haya dado lugar a que se recupere nuestro huerto de Castellote. Pero más curioso todavía es descubrir que de aquella cena surgiría más tarde el nombre de este blog, aunque quizá debiera cambiarlo, porque el huerto ya no está abandonado.
Luis, yo que soy uno de los "usuarios" de tu "huerto abandonado" te doy las gracias por la idea de "desabandonarlo".
ResponderEliminarAngel
Podría titularse ahora: El Huerto desabandonado, o El Huerto Habitado, o El Huerto ajardinado....o ... llamo al "brainstorming" para un nuevo título del blog, pero no me cabe duda que a su autor se le ocurrirá en breve (si no se le ha ocurrido ya) uno estupendo o mantendrá el que está, que está estupendamente bien.
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