El fundador de los jesuitas aconsejaba a los suyos que en época de tribulación no hicieran mudanzas. A mí esta recomendación siempre me ha parecido cargada de sabiduría, porque los cambios, sean los que sean, absorben tanta energía que dejan poca para atender otras preocupaciones. Pero está claro que mientras que para algunos las recomendaciones de Ignacio de Loyola son sensatas, a otros las prisas por cambiar lo que no les gusta les provocan desvaríos incontrolados. Por si alguno no lo hubiera adivinado, me estoy refiriendo a determinados barones del partido socialista, cuyos nombres no voy a repetir porque son por todos bien conocidos.
Para que nadie me tache de sectario, recordaré que ya he manifestado en alguna ocasión en este blog que a mí Pedro Sánchez no acaba de parecerme el único político capaz de sacar a España de la situación a la que otros nos han llevado; aunque, cuando lo comparo con los que compiten por alcanzar la presidencia del gobierno, sale bastante bien parado del cotejo. Además, hoy por hoy es el secretario general del PSOE, a cuyo cargo accedió en el juego limpio de un congreso del partido, quizá en las peores circunstancias posibles por las que pudiera pasar su formación política.
Durante sus diecisiete meses como líder de la oposición ha capeado varias tormentas electorales, europeas, autonómicas y locales, sin olvidar las generales del pasado día 20 de diciembre, y no creo que los resultados hayan sido para ponerlo frente al paredón, como algunos de sus compañeros de filas pretenden ahora. Son otras, en mi opinión, las razones que mueven a algunos a sostener la posición de deslealtad, de acoso y derribo me atrevería a decir, que mantiene estos días contra quien ejerce, por mandato estatutario, el liderazgo del partido socialista.
Durante sus diecisiete meses como líder de la oposición ha capeado varias tormentas electorales, europeas, autonómicas y locales, sin olvidar las generales del pasado día 20 de diciembre, y no creo que los resultados hayan sido para ponerlo frente al paredón, como algunos de sus compañeros de filas pretenden ahora. Son otras, en mi opinión, las razones que mueven a algunos a sostener la posición de deslealtad, de acoso y derribo me atrevería a decir, que mantiene estos días contra quien ejerce, por mandato estatutario, el liderazgo del partido socialista.
Esas otras razones, vistas desde mi perspectiva personal, son la ambición personal, legítima por supuesto pero inoportuna, y las torpes e irresponsables miras a corto plazo. La comida promovida por los socialistas madrileños para hacer piña contra Pedro Sánchez ha sido una maniobra torticera, indigna de los que dicen preocuparse de los españoles y no de ellos mismos. Le culpan de la derrota del partido en Madrid, como si ellos nada tuvieran que ver con la cuestión. La acusación me parece de un descaro inigualable, cuando el PSOE madrileño lleva lustros sin levantar cabeza, con el actual y con los anteriores secretarios generales. Alguna responsabilidad tendrán ellos que asumir, me parece a mí.
Que yo sepa, nadie se opone en el PSOE a que se celebre el congreso del partido previsto para febrero o marzo; lo que sucede es que algunos miembros de la Comisión Ejecutiva defienden que, a la vista de la compleja situación poselectoral en la que ha quedado el panorama político español, con difíciles negociaciones por delante y con la posibilidad cada vez mayor de que sea necesario celebrar unas nuevas elecciones en los próximos meses, sería preferible despejar primero la situación en curso y dejar para después cualquier otra preocupación de índole interna.
Hasta ahora se hablaba de la pinza, en alusión a los ataques combinados que recibía el PSOE, y concretamente su secretario general, desde el PP y desde Podemos. Quizá a partir de este momento haya que utilizar nuevos expresiones de carácter figurado. Se me ocurre hablar del tridente, cuya tercera púa representaría a la contestación interna del propio partido socialista, o también de quinta columna, la formada por los irresponsables que desde dentro defienden hacer mudanzas en plena época de tribulaciones.
Veremos a ver cómo acaba todo esto. Pero aconsejo a los barones díscolos del PSOE que no sigan insistiendo en sus torpes y suicidas discrepancias, y que se acuerden de vez en vez de lo que le pasó al Pasok, porque si no después vendrán las lamentaciones.
A todo esto yo había abierto el ordenador hoy para felicitar el año a los que se asoman en ocasiones a este deshilvanado blog, no para arremeter inutilmente contra molinos de viento. Pero, como todavía estoy a tiempo:
¡Feliz año 2016 a todos!
Veremos a ver cómo acaba todo esto. Pero aconsejo a los barones díscolos del PSOE que no sigan insistiendo en sus torpes y suicidas discrepancias, y que se acuerden de vez en vez de lo que le pasó al Pasok, porque si no después vendrán las lamentaciones.
A todo esto yo había abierto el ordenador hoy para felicitar el año a los que se asoman en ocasiones a este deshilvanado blog, no para arremeter inutilmente contra molinos de viento. Pero, como todavía estoy a tiempo:
¡Feliz año 2016 a todos!