5 de mayo de 2015

La derecha se ha dividido

Entre las muchas consecuencias que la corrupción ha traído al panorama político español, está la cada vez más visible división del voto conservador en dos tendencias claramente diferenciadas, las que representan respectivamente el PP y Ciudadanos, la segunda más centrada y la primera cada vez más escorada hacia la derecha. Algo, por otro lado, que tenía que suceder algún día, con corruptos o sin corruptos, porque amparar bajo un mismo paraguas ideológico a personas con pensamientos tan dispares como las que han estado votando al Partido Popular durante los últimos decenios, no podía mantenerse por mucho más tiempo.

El carácter que está tomando la campaña electoral de Esperanza Aguirre demuestra que la candidata del PP a la alcaldía de Madrid da por perdidos los votos del centro derecha. Su estilo castizo, faltón y poco respetuoso con los demás, e incluso con su propia formación política, atrae a la derecha tradicional, a quien gusta esos modos como la tiza a un tonto (pido disculpas por la comparación tópica que no he podido remediar), pero espanta a la moderada, harta de tanta prepotencia y vacuidad. Ella sabe perfectamente que sus votos están en la primera y no en la segunda, por lo que no pierde un segundo en atraer a estos últimos. Confía en que la división de la izquierda, gracias a la aparición de Podemos, permita que su partido sea el más votado, para después pactar con el centro derecha de Ciudadanos. Reconozco que con lo que está lloviendo no es mala estrategia para sus intereses.

No parece sin embargo que en la mente de Mariano Rajoy aniden las mismas claves. Por el contrario, los mensajes de sus intervenciones parecen ignorar el riesgo de la división del voto de la derecha, como si no existiera, como hacía Don Tancredo con el toro. Basándose en datos macroeconómicos, machaca día a día a la opinión pública, apoyado por su corte de incondicionales, con el mensaje de “¡ojo!, no vayamos a echar por tierra lo logrado”, como si el bajo precio del crudo o la política monetaria del BCE fueran de su autoría. Se comporta como si creyera que sigue contando con el voto de la derecha moderada, mucho más rigurosa en sus planteamientos que la tradicional y poco proclive a prestar atención a mensajes electorales .

En el artículo que publiqué en este blog el pasado 24 de marzo (¿Se está dividiendo la derecha?), decía que esta escisión no es mala si la vemos desde el punto de vista de la política en general, en cuanto que puede permitir un juego de alianzas postelectorales, que no existía antes porque el abismo entre el PP y el PSOE era insalvable. A partir de ahora, Ciudadanos se interpondrá entre los dos formaciones tradicionales, dejando al Partido Popular en el extremo derecho del arco parlamentario, al mismo tiempo que la aparición de la izquierda radical que representa Podemos (ya he dicho en algún sitio que no me creo lo de la transversalidad), contribuye a centrar al Partido Socialista. A partir de ahí las combinaciones son varias y serán por tanto los ciudadanos con sus votos quienes las marquen.

En cualquier caso, lo que parece inevitable es la división de la hasta ahora monolítica derecha en dos tendencias, que llega tarde, aunque nunca lo sea si la dicha es buena.

2 comentarios:

  1. "...si la dicha es buena."
    Parece que has escrito este post antes de las declaraciones del Sr. Hérnandez a Pepa Bueno: " “Su estabilidad depende de que Rajoy siga gobernando”. Vaya, más que declaraciones eran amenazas.
    Quizás si tú le hubieses entrevistado también te habría dicho lo mismo.
    Así que cuidadito, cuidadito y no te alegres demasiado.
    Yo, la verdad, creía que el Sr. Hernández estaba viviendo en otra galaxia y con la lejanía hasta me caía simpático. Y sin que los del PC se enfaden, me recordaba al Sr. Iglesias. Ahora veo que no.
    Angel

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    1. Sí, estaba escrito antes de que el ínclito personaje soltara lo que soltó, que por cierto oí en directo. A mí no se me ha olvidado su patética imagen en el Congreso, cuando tenía que asistir a las sesiones desde la tribuna de invitados porque no disponía de escaño (¡hay que ser pobre! ), o cuando decía que él consultaba todo a Santa Teresa antes de tomar una decisión.

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