20 de mayo de 2015

Las Fuerzas Armadas de hoy (II)

Decía en mi entrada anterior que volvería a hablar de las Fuerzas Armadas, pero en aquel momento  no era consciente de que sería tan pronto. Algunas personas de mi entorno me han comentado sorprendidas mis reflexiones de ese día, supongo que porque no las esperaban. Quizá  pensaran que yo, que me tengo por progresista, debería haber sido crítico con la institución militar y no justificar la necesidad de su existencia, y les haya chocado que por el contrario ponga de manifiesto los sacrificios que sus profesionales están soportando para adaptar los ejércitos a los nuevos tiempos. Debo decir, además, que los comentarios de incomprensión o desacuerdo no me han llegado sólo desde la izquierda del espectro político, también desde la derecha conservadora. Afortunadamente tengo amigos de todos los colores.

Esos comentarios me reafirman en dos cosas: primera que la mayoría de las personas no han seguido la evolución de la institución como para ser capaces de apreciar los cambios que se han producido, y, segunda, que determinados prejuicios adquiridos en otros tiempos son difíciles de erradicar. Es más, precisamente porque sé que las cosas son así me decidí a escribir el artículo anterior. Echo de menos la pedagogía en muchos aspectos de la vida social y éste no es una excepción. Alguno me dirá que se encarguen los militares de ejercerla, pero yo les contestaría que somos los civiles quienes tenemos que valorar su comportamiento y, sobre todo, entender la necesidad de su existencia al servicio de nuestra seguridad.

He oído decir a algunos que para qué están los ejércitos, que ya no son necesarios y acabarán por extinguirse. Tamaño dislate sólo es propio de gentes desactualizadas, que ignoran las amenazas externas a pesar de que están ahí y todos los días nos desayunamos con alguna. También me llegan comentarios de personas que hablan de la institución como si se estuvieran refiriendo a lo que era cuando ellos hicieron la “mili”, como si las cosas no hubieran cambiado desde entonces. Sus puntos de referencia nada tienen que ver con la realidad actual.

Lo que yo trataba de decir el otro día es que, partiendo de la base de que la necesidad de la defensa es un hecho incuestionable, la institución responsable de llevarla a cabo intenta, día a día, con gran sacrificio por parte de sus profesionales, estar a la altura de las circunstancias; y que es difícil encontrar una adaptación mejor a la evolución democrática del país y a las características de las amenazas que nos acechan que la que se ha dado en las Fuerzas Armadas en los últimos años. Negarlo significa o desconocimiento o prejuicio. O las dos cosas a la vez.

Las misiones en el exterior, por ejemplo, no son un capricho, excepción hecha de alguna aventura irresponsable, de la que no me he olvidado, pero prefiero obviar ahora para que las anécdotas no enmascaren la categoría. Lo de Irak del trío de las Azores fue, cuanto menos, una chapuza, de la que ahora no se sabe cómo salir. Sin embargo, pocos conocen la presencia de nuestras Fuerzas Armadas en pequeños destacamentos en la extensa región del Sahel, a pocos kilómetros de distancia de dónde vivimos, que están allí combatiendo la amenaza yihadista. Aunque no haya que darle demasiada publicidad a estas misiones, entre otras cosas por razones de seguridad, me parecería irresponsable ignorar su importancia.

Ésta es la realidad a la que me refería el otro día, a la de una institución que por un lado ha sabido adaptarse a la democracia de una forma modélica y, por otro, modernizar sus estructuras a pasos agigantados, porque los cambios en el escenario geoestratégico así lo exigían; y todo ello con un gran sacrificio personal por parte de sus profesionales.

Me parecería injusto no reconocerlo.

2 comentarios:

  1. Tengo en mi propio blog una defensa de la existencia de los ejércitos, porque me parece inmaduro e infantil poner en duda su necesidad. Eso no quita que me parezca que te dejas llevar demasiado de tu optimismo a la hora de contemplar a las fuerzas armadas y su “sorprendente” democratización. Por descontado, son más demócratas que en el 39, estaría bueno, pero no con el entusiasmo que cabría desear ni los resultados que anuncias, más voluntaristas que realistas. Estas fuerzas armadas son manifiestamente mejorables.

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    1. Querido Mulliner, en primer lugar me alegro de que seas de los que entienden que los ejércitos están ahí porque son necesarios. Ya sabes que no todo el mundo piensa igual. En segundo, mis comentarios van más enfocados a los cambios estructurales que a los ideológicos; y en ese sentido pongo de manifiesto las dificultades profesionales que a los militares de carrera les ha supuesto la adaptación a los nuevos tiempos, un panorama muy desconocido por la mayoría de los ciudadanos. Es cierto que digo que como institución han hecho suyo el sistema de libertades, lo que no significa que a título personal no haya de todo como en botíca, algo que no es privativo de las Fuerzas Armadas, es una característica de la sociedad en su conjunto, donde ahora los militares están más inmersos que nunca lo estuvieron. En cuanto a la mejorabilidad, que duda cabe. ¿Pero es eso algo que sólo ataña a los militares?

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