3 de mayo de 2015

Radio y Televisión Española

No voy a negar que la televisión pública haya sufrido desde siempre la interferencia de los poderes políticos de turno. Decir lo contrario sería absurdo, porque aunque los gobiernos no ejercieran su influjo directo sobre la dirección de estos canales, sus ejecutivos se encargarían de adaptar la programación a lo que saben que prefieren quienes los han puesto ahí. A no ser que se hayan establecido normas de gestión y de control que lo evite, como sucedió  en la época de José Luis Rodríguez Zapatero, cuando sus ministros se quejaban de que los telediarios de Televisión Española fueran transparentes y contaran las cosas tal y como eran en realidad. Hubieran preferido una actitud más amable con ellos, pero al haber creado  un sistema de dirección de la Corporación que otorgaba a los canales del Estado un alto grado de autonomía, estaban obligados a cumplir su compromiso con la sociedad. Fue una magnífica experiencia, que sus sucesores del PP se encargaron de tirar abajo en cuanto llegaron al gobierno.

De las televisiones autonómicas no voy a hablar, porque posiblemente no encontraría palabras adecuadas para describir la situación. Lo de Telemadrid es de vergüenza, como lo fue en su día el Canal Nou valenciano, hasta su cierre como consecuencia de haber acumulado una deuda de hasta 1.200 millones de euros, dilapidados al servicio del Gobierno Autonómico de aquella Comunidad. Estas cadenas han sido o siguen siendo auténticos altavoces que distorsionan la realidad hasta límites insospechados, a las órdenes del poder político que los amamanta. Se dirá que no son los únicos ejemplos a poner y acepto el comentario por anticipado; pero los dos casos que menciono son de antología.

En otro lugar de este blog (Hacer el "sesenta y uno" - 19 de abril de 2015) he confesado que para intentar mantener la objetividad de juicio dentro de un orden, procuro contemplar a diario informativos de signo contrario y después sacar mis propias conclusiones. Lo mismo hago con la radio y con la prensa escrita. Por eso, hace unas horas he visto el telediario de TVE 1, en el que Mariano Rajoy ha ocupado la extensa primera plana, junto a Dolores Cospedal, en un mitin castellano manchego de manifiesta intención electoral (el presentador ha dicho preelectoral). Después un brevísimo flash sobre unas palabras de Pedro Sánchez (el descaro no llega hasta suprimir del todo la presencia de la oposición). Y ahí se ha acabado cualquier referencia a otros líderes del panorama político español, como si no existieran. Para sonrojarse.

De Rato, de Bárcenas, de Martínez-Pujalte y de Trillo y sus chanchullos “legales”, de Matas, de Fabra, de los imputados en las listas electorales, etc., etc, ni una palabra. De Chaves y de Griñán y de los “eres”, hasta en la sopa. De la dimisión de Monedero y de sus desacuerdos con Iglesias, en demasía. De cifras macroeconómicas que favorezcan al gobierno, una todos los días, aunque no sean más que proyecciones inventadas, como las previsiones de crecimiento o los quinientos mil nuevos puesto de trabajo por año, que dice el gobierno del PP que espera conseguir durante la próxima legislatura. De la economía real, de los sufrimientos de tantos millones de españoles, nada de nada, o tan poco que pasa desapercibido.

La Corporación de Radio y Televisión Española (el anterior Ente) es de todos, se financia con el dinero de nuestros impuestos, es propiedad de la sociedad y no del Gobierno. Si a ello le unimos que de una televisión pública se debe esperar un servicio informativo imparcial, objetivo, riguroso y sin tendencias sectarias de ningún tipo, se comprenderá que la indignación me haya llevado a entrar en este blog para unirme a las voces de los que denuncian todos los días la situación por inaceptable. Quizá no sea más que una pataleta, pero es que desgraciadamente hay veces que lo único que le queda a uno es patalear. Y esta es una de ellas.

4 comentarios:

  1. Efectivamente, está en la condición de cualquier partido político en el poder utilizar la televisión (la radio ya no mola) como megáfono no ya de su ideario, sino de lo que se le encapriche, silenciando al tiempo a los demás. Todos los partidos procuran "algo" de esto, salvo aquel partido incapaz de ruborizarse al que no apura transformar del "todo" esa que creen "su" televisión en un medio domesticado y ridículo que la gente termina por no ver.
    Tan solo un recuerdo a aquella televisión de Zapatero que por su voluntad se acercó a la ecuanimidad deseada, aunque algunos tacharan a aquella televisión de "radical extremista". Cosas de la desorientación.

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    1. Me alegro de que coincidas conmigo en lo de la televisión de Zapatero. Parece mentira que un intento como aquel de decencia democrática haya pasado al olvido, como si no hubiera existido. Así se escribe la Historia.

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  2. Luis, estoy de acuerdo contigo en casi todo pero no en lo de " mantener la objetividad de juicio dentro de un orden, procuro contemplar a diario informativos de signo contrario". Te pondría un ejemplo escatológico, pero ya me entiendes.
    Angel

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    1. Si se parte de la idea de que lo que se dice tiene siempre un poso de verdad y de que lo que sucede es que las distorsiones van en un sentido o en el contarario según la fuente de información que de la noticia, creo que es un buen ejercicio utilizar la mente para encontrar un punto de equilibrio entre las dos versiones que se aproxime a la realidad. No se trata de una media aritmética, sino de una deducción empírica. A mí me funciona el sistema y por eso lo recomiendo.

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