22 de febrero de 2015

Ángel Gabilondo

Todavía no se ha secado la tinta de mi entrada anterior en este blog, cuando salta la noticia de que Ángel Gabilondo ha aceptado ser el candidato del PSOE a la Presidencia de la Comunidad de Madrid. Me alegro y lo celebro. Creo que empiezo a ver un atisbo de luz al final del túnel, aunque advierto de que yo, como aquel, también soy un optimista antropológico.

Las credenciales que acompañan a este catedrático de la Universidad Autónoma de Madrid no pueden ser mejores. Pensador, profesor y escritor, pero sobre todo con experiencia política, ya que fue durante dos años ministro de la cartera de Educación. De esta última época recuerdo sus esfuerzos por lograr un acuerdo con el Partido Popular, para convertir la enseñanza en una cuestión de Estado y no seguir con tantos cambios de planes de estudios como cambios de gobierno central haya. No lo consiguió, porque el PP no quiso concederle al gabinete de Zapatero ni una sola ventaja política, no fuera a darle prestigio. Pero de aquel esfuerzo titánico de Gabilondo por conseguir el consenso ha quedado en mi recuerdo la sensación de que estamos ante un hombre de ideas prácticas, dispuesto a dialogar con el mismísimo Belcebú si hiciera falta a los intereses de los españoles.

He leído en la prensa su discurso de hoy y, aunque conciso por necesidad de la urgencia, me ha parecido de talla intelectual. Apela al entendimiento y llama a la colaboración de todos. Y aunque estamos saturados de buenas intenciones y de pocos hechos, prefiero pensar que las cosas pueden cambiar.

La noticia trae del brazo una consecuencia de suma importancia. Pedro Sánchez ha dado un golpe de timón arriesgado, que le ha salido bien. Ya dije algo sobre este asunto hace unos días, cuando decidió retirar a Tomás Gómez como candidato por Madrid, y poco más tengo que añadir ahora. Los líderes políticos deben ejercer el ineludible principio de autoridad, mucho más en situaciones de crisis. A los electores no les gustan ni las debilidades ni mucho menos los guirigays. Ojalá que esta decisión venga acompañada de otras muchas que hacen falta para recobrar el buen nombre del Partido Socialista, que unos cuantos mediocres y otros tantos desaprensivos han tirado por el suelo. Espero que a Pedro Sánchez no le tiemble el pulso y que el nombramiento de Ángel Gabilondo no se quede en un hecho aislado. Esa es la línea de actuación que pedimos muchos.

Quizá estemos, siguiendo el símil que utilizo de vez en vez, empezando a reparar las averías de la rueda y no haya necesidad de inventar otras nuevas.

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