24 de febrero de 2015

Virus del lenguaje (II)

Los virus lingüísticos, de los que hablaba en mi entrada del otro día, están cambiando las tradicionales formas de cortesía. Lo normal en nuestro idioma ha sido siempre despedirse con expresiones tales como “hasta luego”, “adiós”, “espero verte pronto” y tantas otras que el idioma español ha ido acuñando a lo largo de los siglos, palabras o locuciones en las que en cualquier caso subyace la intención de ser cortés con la otra persona.

Es cierto que como los idiomas son entes vivos, constantemente aparecen y desaparecen expresiones de despedida, como por ejemplo la de “chao”, de clara influencia italiana, que por cierto he oído utilizar a franceses, alemanes e ingleses en sus respectivos idiomas, no sólo a españoles en el nuestro. A mí no me gusta, pero mucho me temo que es una palabra que se ha instalado entre nosotros con tanta fuerza que hasta el Diccionario de la Academia lo recoge como expresión coloquial equivalente a adiós.

Pero el virus lingüístico al que voy a referirme ahora es otro, la palabra “venga” como fórmula de despedida.

-Me alegro de haberte visto – se despide alguien.

-Venga –le contesta el otro y se queda tan ancho.

¿Quién o qué tiene que venir?, me pregunto yo. Se trata de una ambigüedad expresiva de la que me cuesta mucho entender su significado etimológico, suponiendo que lo tenga.

Otra manifestación de cortesía, tan antigua como el propio idioma, es utilizar la expresión “por favor” para pedirle a alguien alguna información o para rogarle que haga algo. “Por favor, ¿me podría indicar dónde está la boca de metro más cercana?” “Por favor, ¿le importaría cerrar esa ventana para evitar tanta corriente?”.

En este caso, el virus que observo es la utilización de las palabras “perdone” o “perdona” en lugar del tradicional “por favor”. “Perdone, ¿qué hora es?” “Perdone, ¿me trae una servilleta?” ¿Por qué?, me pregunto yo. ¿Por qué hay que pedir perdón cuando en realidad no hemos cometido ninguna falta y lo único que estamos haciendo es solicitar un favor? Y los favores se piden por favor, no pidiendo excusas.

Por último. Hay un gremio profesional, al que por otro lado admiro por su utilidad social, el formado por los meteorólogos, que cuando se refiere al futuro, aunque éste sea tan inmediato como las próximas horas, lo hace utilizando la expresión “de cara a”.

-De cara a mañana, lloverá -dice la sonriente mujer del tiempo, frente a la pantalla repleta de misteriosas isobaras.

-De cara al fin de semana se espera que la cota de nieve descienda a los novecientos metros –explica el hombre del tiempo de otra cadena de televisión, mientras señala un mapa pintado con intrigantes colores.

El latiguillo es tan corriente entre los de la profesión, que he llegado a preguntarme si no procederá de algún profesor del centro docente al que hayan asistido todos ellos, porque por un lado no hay uno que se salve de decirlo y por otro no oigo a nadie fuera del ámbito de la predicción del tiempo que lo utilice. Al menos de momento, porque los virus son contagiosos.

1 comentario:

  1. Efectivamente, ssi estás por ejemplo en un restaurante lo correcto es que pidas lo que sea por favor. Sin embargo no se puede ser tan quisquilloso y criticar la otra forma, porque entiendo que ese perdone viene a ser "perdone que le interrumpa en su diligente camino hacia otra mesa, ¿me trae otra sevilleta?

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