Mi criterio sobre lo que significa Podemos en el actual panorama político español va tomando forma a medida que pasa el tiempo y voy oyendo las proclamas y observando las actitudes de sus líderes.
Hace unos días tuve ocasión de cambiar impresiones con una persona que acababa de conocer, a quien por su comportamiento y forma de expresión me atrevería a situar dentro de eso que solemos denominar clase media. A la misma hora transcurría en un lugar cercano la manifestación multitudinaria que había convocado este nuevo partido en el centro de la ciudad y un helicóptero de la policía volaba insistente sobre nuestras cabezas, por lo que resultó inevitable que la conversación que manteníamos desembocara en el juicio que a cada uno de nosotros le merecían los convocantes.
Mi interlocutor me confesó que en las últimas elecciones había votado a Rajoy, para añadir a continuación que no lo haría en las siguientes. La explicación que dio a este cambio de intención de voto fue –cito casi textualmente- que si se le había dado la mayoría absoluta no era sólo para que sacara al país de la crisis, también para que acabara de una vez por todas con la insoportable corrupción que atenaza nuestra sociedad, aspecto en el que no había hecho absolutamente nada o, lo que es peor, estaba contribuyendo con sus silencios y ambiguas explicaciones a que aumentaran las sospechas, ya bastante extendidas, de connivencia con los corruptos. Le pregunté entonces por las opciones que a su juicio le quedaban a un tradicional votante del PP y me contestó que no faltan conservadores que a estas alturas están considerando votar a Podemos. Lo cuento como me lo han contado, aunque parezca increible.
Muchos días hablo con amigos y familiares, tradicionales votante del PSOE, que me transmiten razones muy parecidas para justificar su posible deriva hacia la opción que les brinda Podemos. El PSOE, se lamentan, además de haber arrastrado casos de corrupción imperdonables, no ha tenido valor hasta ahora para enfrentarse con decisión a alguno de los grandes problemas que padece nuestro país, desde la necesaria reforma de la Ley Electoral, hasta la revisión del Concordato con la Santa Sede, pasando por la potenciación de la judicatura, que no da abasto ante tanto latrocinio.
En mi opinión, los votantes de izquierdas que contemplan con simpatía el nuevo partido se están equivocando. Partiendo de la base de que cuando alguien elige una opción política es porque considera que es en ella donde mejor se defienden sus ideales sociales, nadie debería renunciar a dar su voto a quien le otorga cierta garantía, mucho menos si como alternativa esa papeleta va en beneficio de una entelequia indefinida, que suena a estridente y disonante charanga. Otra cosa es que se observe que los programas políticos que tu partido decía defender no se cumplen sistemáticamente y como consecuencia se busque amparo en otra ideología definida y conocida. Eso puede sucedernos a cualquiera en democracia. Pero dar el voto a los que venden humo, además de resultar irresponsable porque debilita a tu opción y favorece al rival tradicional, la derecha, se me antoja una ingenuidad.
Yo confío en que muchos de los que ahora se sienten desorientados recapaciten cuando llegue el momento de la verdad. Los cantos de sirena, por muy convincentes que parezcan, son engañosos, y una cosa es el hartazgo que todos sin excepción advertimos y otra creer en mesías redentores.
Tengo que admitir que a la vista de lo que se nos ofrece para las elecciones próximas, estoy realmente desolado. Soy persona de izquierdas, aunque como todo es relativo, algunos pongan en duda este posicionamiento. Como soy viejo, he sido votante activo en todas las ocasiones que se me han presentado, desde referéndums a elecciones y los partidos a los que he votado y apoyado incluso activamente van desde el PSOE a IU, pasando por el PCE y el PSP. Ahora miro el abanico que se me ofrece y sólo encuentro la abstención como salida digna. El PSOE va de mal en peor con un secretario general sin talla suficiente y unos acuerdos con el PP de los que deberían huir se tratara de lo que se tratara porque así pierden sus últimos votantes, además, con el PP ni al mismísimo cielo. IU es un nombre cómico teniendo en cuenta que sus miembros andan a la greña día sí y día también. En cuanto a Podemos, qué voy a decir, no quiero ofender a sus partidarios pero a mí me parecen una pandilla de arribistas que a estas alturas creen haber descubierto lo que ya descubrió en su día Felipe González entre otros muchos. Y no ayuda a que les respete ese empeño en no definirse de izquierdas (quizás no lo sean) y ese evitar mojarse en nada, ni siquiera hablar del papel de la iglesia católica en su futuro gobierno. Su empeño es prometer lo que a todos gustaría y no hablar de nada que pueda hacerles perder ni un voto. Ya lo decía, yo no soy de abajo como afirma Podemos, yo soy de izquierdas.
ResponderEliminarLeopoldo
Comparto la desolación que manifiesta el amable comentarista anterior, porque el horno no está para bollos. Pero en política, que es el arte de lo posible, hay que ser prácticos y no olvidar que son las ideas lo que importa. En mi opinión, el PSOE, además de tener un Secretario General (que por cierto podría ser otro en cualquier momento), dispone de mucha más gente entregada a sus ideales. Un partido no es una persona, es una idea general donde caben otras más particulares. Yo procuro no olvidar nunca este principio para no dejarme influir por las circunstancias coyunturales. Estas pasan, las ideas prevalecen.
ResponderEliminarLuis, como sabes, en Podemos se puede crear un "círculo" de cualquier orientación o tendencia. Tenemos un amigo común que cree que uno que fuera de antiguos votantes del PP tendría mucha aceptación.
ResponderEliminarTe adjunto un enlace con las instrucciones para crear un círculo: ¡estos educados jóvenes de Podemos se trabajan muy bien la web!.
http://www.podemos.info/wordpress/wp-content/uploads/2014/05/GUIA_CIRCULOS_PODEMOS.pdf
Angel
Reconozco que me hubiera gustado leer una "entrada" en la que se abordara alguna idea en particular de las que defiende Podemos y con la que no se estuviera de acuerdo, y haber tenido ocasión de analizar los argumentos en contra. Pero en su lugar, me encuentro con una descalificación global del Partido sin más razonamiento que afirmar arbitrariamente que no ofrecen garantías, que son una entelequia indefinida, que son una charanga estridente y disonante, que son vendedores de humo, sirenas y mesías redentores. Se me antoja un ataque excesivamente débil y tal vez cegato y tendencioso.
ResponderEliminarNo quedan mejor parados en esta "entrada" los hipotéticos votantes del PSOE que cambiaran de bando. Se dice de ellos que se equivocarían. Y se les descalifica, si votan a Podemos, de ingenuos e irresponsables, que necesitarían recapacitar. Tal parecen los argumentos del que no tiene argumentos. Aunque conozco a muchos, que razonan de la misma forma. Habrá que seguir buscando.
Me gustaría debatir ideas procedentes de Podemos, pero no las encuentro por mucho que las busco. Sólo oigo música con poca letra o, lo que es peor, con letras que cambian día a día y se contradicen constantemente. Así lo veo yo. Lo siento.
EliminarEn cuanto a mi consejo a mis amigos votantes tradicionales del PSOE, me mantengo en la misma posición: que se piensen bien el voto.
Aunque en la medida de lo posible, trato de evitar hablar sobre Política, esta vez sin embargo siento la necesidad de hacerlo, yo también me encuentro desolada desorientada, perdida y porqué no decirlo indignada con todos aquellos a los que deposité mi voto de confianza y me han fallado y defraudado no sé si contemplar la posibilidad de votar en blanco nulo o abstenerme pero me resisto ya que me siento orgullosa de poder ejercer el derecho al voto que tanto nos ha costado a las mujeres conseguir...
ResponderEliminarCuca.
Vota en conciencia, pero vota. La abstención supone dejación de un derecho que ha costado mucho conseguir. Además siempre favorece al adversario político, sea éste el que sea en cada caso.
ResponderEliminarYo tampoco suelo hablar ni escribir sobre política, primero porque no entiendo, segundo porque cada vez que se habla de política hay pelea, y me fastidian las peleas, sobre todo cuando no se sabe muy bien por qué se pelea. Yo he votado siempre a partidos que defendían causas sociales y progresistas. Me acuerdo (porque también tengo mis años) cuando el partido de Felipe González no había llegado aún al poder y los llamaban los descamisados e iban vestidos de pana y desde la postura tradicional se decía qué miedo, y alguien se inventó UCD para dar mayor tranquilidad. Hoy me parece que los arribistas desarrapados paneros han cambiado esa vestimenta por coletas, zarcillos y tatuajes, cantan canciones protestas de Violeta Parra en sus mitines como en los tiempos del PSOE como diciendo queremos volver a los románticos tiempos de los cantautores, cuestión que tiene mucho gancho y Pablo Iglesias lo sabe, lo sabe hasta en el nombre que sus padres le pusieron y que él sabe utilizar a la perfección, tiene pinta de mesías y de líder indiscutible, lo que no sabemos es si terminará crucificado.
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