20 de marzo de 2015

¿Dónde están los centristas?

De tanto elucubrar, estamos perdiendo la perspectiva de los posibles cambios políticos que se avecinan en España. Algunos dicen que no serán tantos, porque en definitiva se tratará de los mismos perros con distintos collares; pero yo sospecho que en el panorama inmediato se vislumbra algo más que la simple sustitución de la hegemonía de los partidos tradicionales por la de otros de nuevo cuño.

En nuestro país ha existido siempre una amplia base centrista, llámese como se quiera, de centro derecha, de centro izquierda o simplemente de centro. Esa franja podría estimarse en cuatro o cinco millones de votos, o quizá más, que han sido precisamente los que hasta ahora han ido dando la victoria al PP o al PSOE alternativamente. Su voto no depende de ideologías, sino de su percepción de la situación del país y de quién pueda gobernarlo mejor en cada momento. ¿A quién le darán su confianza en las próximas elecciones generales? Esa es la cuestión.

Como una parte de la opinión pública se va deslizando poco a poco hacia posiciones extremas del espectro político, el número de votantes de ese centro, teóricamente equidistante entre los extremos, se podría ver fortalecido, aunque no fuera más que como reacción ante la radicalización que observan y no les gusta. Por tanto su peso en los comicios sería todavía más decisivo que lo ha sido hasta ahora.

Las bases naturales de los partidos políticos, la de los electores incondicionales, se están desmoronando. Han sido éstos hasta ahora fieles a sus siglas, inamovibles en sus posiciones, y por tanto han permitido al perdedor de cada elección mantenerse en situación de ejercer de partido de la oposición y esperar a que llegara su oportunidad política en las siguientes elecciones, es decir, a que los centristas les dieran su confianza. Pero el panorama está cambiando por muchas razones, sobre todo por la sañuda crisis que ha empobrecido al país, lo que ha dado lugar a la aparición de nuevas opciones políticas, que se presentan como alternativas a las tradicionales.

Ante este fenómeno, los partidos de la alternancia tradicional están reaccionando para defender sus posiciones, con la intención de no perder comba; y en ese intento lanzan sutiles o descarados mensajes de moderación, estabilidad y fiabilidad, atractivos a los oídos centristas, a quienes no les gusta ni los extremos ni las incertidumbres, aunque muchos de ellos no sepan todavía qué hacer con su voto, como muestra en las encuestas el alto índice de indecisión.

Con todo esto nos hallamos ante un batiburrillo de opciones y, como consecuencia, ante la posibilidad de un Parlamento muy fragmentado. Por eso los partidos ocuparán necesariamente posiciones minoritarias en el hemiciclo, y para intentar formar gobierno se verán obligados a pactar con los que consideren más afines a sus ideas, lo que podría dar lugar a extraños maridajes, de uno u otro color. Una de esas alianzas, no la perdamos de vista, podría ser ese gran pacto, que algunos temen y otros dicen contemplar con buenos ojos, del PP y el PSOE.

Los centristas, que ahora parecen desorientados ante tanto cambio de situación, es muy posible que al final se inclinen una vez más por uno de los dos partidos de la alternancia tradicional, y sin saberlo abran las puertas a esa gran coalición, a la que no le quedaría más remedio que moverse en el terreno de la moderación, el que gusta a ese electorado.

Atentos a las palabras y a las gesticulaciones de los líderes políticos de los hasta ahora grandes partidos, que, aunque enmascaradas por la necesidad de ocultar sus intenciones hasta el momento oportuno, van siendo muchas, la mayoría dirigidas a esa franja de electores. Porque ellos saben que los indecisos que aparecen en las encuestas están ahí, observando la radicalización de unos y los sutiles mensajes de los otros.

Si al final resultara ser como digo, se demostraría una vez más que es el centro quien inclina la balanza, aunque en este caso de forma muy distinta a como lo ha estado haciendo hasta ahora, porque una parte de ese electorado votaría al PP y otra al PSOE, para al final provocar, sin haberlo pretendido, la alianza de los dos partidos. Aunque es muy posible que muchos de ellos sospechen lo que puede suceder y no les importe.

Otro día hablaremos de Ciudadanos, una variante conservadora, situada a la izquierda del PP, que muy bien pudiera ser la que absorbiera el voto centrista de la derecha. Quizá los resultados de las autonómicas andaluzas, pero sobre todo las alianzas posteriores, nos indiquen algo sobre este último extremo. Sólo faltan unas horas para saberlo.

4 comentarios:

  1. Mencionas al final a Ciudadanos, que mucho tiene que ver con la atracción de ese voto de centro que dices. Yo creo que parte del voto de centro derecha se irá a Ciudadanos y parte del de centro izquierda al PSOE. Esta última alianza es más posible que la de PP-PSOE, porque son los dos partidos que quedarían más centrado en el abanico, con PP a la derecha y Podemos a la izquierda. Y ese matrimonio no saría tan de conveniencia como el que tú apuntas.

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    1. Estoy de acuerdo con tu apreciación. Como dices, el voto de centro derecha se repartirá entre el PP y Ciudadanos. Será después la aritmética parlamentaria la que propicie una u otra alianza. De hecho, en Andalucía (mañana lo sabremos) se espera un alto crecimiento de Ciudadanos (no existía hasta ahora en esa conunidad), que podría aliarse después, según algunas opiniones, con el partido de Susana Diaz. Eso significaría dibujar un abanico parlamentario que iría desde Podemos/IU en el extremo izquierdo, pasando por PSOE en el centro izquierda y Ciudadanos en el centro derecha, para acabar en el PP, que quedaría como hasta ahora en la posición más conservadora. Y ese mapa podría más tarde extrapolarse a nivel nacional, aunque no necesariamente.

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    2. Leer que Podemos son extrema izquierda resulta francamente simpático. Erróneo, pero simpático.

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    3. No es lo mismo estar situado en el el extremo izquierdo del arco parlamentario que ser de extrema izquierda. Yo pienso en lo primero, no en lo segundo.

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