4 de marzo de 2015

Marisa Herrera


Foto de Marisa Herrera
Marisa Herrera, a quien conocí hace ya muchos año a través de su marido, Ángel Lahoz –amigo y compañero mío de fatigas en IBM durante tanto tiempo-, es una extraordinaria fotógrafa. Aunque ella dice que se trata de un simple entretenimiento, estoy seguro de que si decidiese convertir su afición en profesión se transformaría en una renombrada artista de la fotografía. Su talento para captar imágenes es de sobra conocido entre aquellos que siguen su obra creativa, que ya son muchos.

Como Marisa y Ángel pertenecen a esa clase de personas que podrían agruparse bajo el epígrafe de viajeros (no confundamos con turistas, que son cosas muy distintas), resulta que cada dos por tres dejan atrás su vida habitual para recorrer el mundo durante un mes, siempre a lugares lejanos, donde la diferencia con lo cotidiano de sus vidas se haga notar. Su último viaje fue a Sri Lanka, y mientras escribo estas líneas se encuentran recorriendo Japón, desde donde acabo de recibir la foto que encabeza este artículo. De esa manera, Marisa encuentra siempre motivos que fotografiar, desde curiosos nativos sorprendidos en sus labores habituales, pasando por maravillosos paisajes, hasta simples estanterías de una tienda de té en Colombo.

Me voy a permitir recomendar a los lectores de estas páginas que entren en el siguiente enlace: https://www.flickr.com/photos/elangel. Seguro que me lo agradecerán. Allí se encontrarán con todas las fotografías de Marisa y se convertirán en el visitante millón y pico, redonda cifra de amantes de sus fotografías que se superó la semana pasada.

Hace unos años me llamaron los dos para proponerme una andanza artística conjunta. Se trataba de organizar una serie de exposiciones fotográficas, en las que las fotografías que se exhibieran deberían estar inspiradas en mi novela “El corazón de las rocas”, personajes, escenarios o reflexiones captados por el objetivo de la cámara de Marisa Herrera. Ni que decir tiene que, superado el desconcierto inicial, acepté la propuesta y me puse a su disposición. Desde entonces se han celebrado media docena de muestras, todas ellas con gran concurrencia de visitantes, lo que me colocó en la tesitura de lanzar una tercera edición de la novela, que a estas alturas está completamente agotada.

En el prólogo de esta última edición escribía yo que “la muestra fotográfica es la visión de una lectora que, además de dar forma en su fuero interno a lo que lee, como hace cualquier persona cuando se enfrenta a la lectura de un libro, es capaz de captar en imágenes aquello que su mente ha interpretado previamente, lo que significa un doble ejercicio de creatividad”. Y terminaba diciendo: “de ahora en adelante su exposición y mi novela caminarán juntas por las poco exploradas sendas de la imaginación, por ese intrincado mundo de las ilusiones hechas realidad”. En este caso concreto, la suya de fotografiar y la mía de escribir

3 comentarios:

  1. Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.

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  2. Luis, どうもありがとう Dōmo arigatō.
    Marisa y Angel

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    1. Menos mal que la respuesta la habéis puesto también en caracteres latinos. De nada. Seguid pasándolo bien y fotografiad todo lo que se os ponga por delante para que luego podamos disfrutarlo los simples turistas.

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