Conozco personas que confesándose creyentes y practicantes matizan a continuación el exacto sentido que dan a la declaración anterior. Unos dicen estar en contra de la jerarquía eclesiástica, por entender que la iglesia oficial se ha desviado de la doctrina, y otros advierten de que donde en realidad sus creencias religiosas encuentran acomodo es en determinadas parroquias, congregaciones o círculos religioso, bien porque el líder del grupo represente unos determinados valores espirituales o porque el conjunto de parroquianos o feligreses que acuden a ellos respondan a un perfil acorde con sus propias creencias.
Partiendo de la base de que me considero un agnóstico inmerso en una sociedad en la que abundan los creyentes, siento una gran curiosidad por entender esas posiciones, que desde mi punto de vista se parecen mucho a lo que llamamos sectas. Porque no me estoy refiriendo a pequeños matices que siempre diferenciarán a unos creyentes de otros, aunque no sea más que porque no todo el mundo ve las cosas bajo el mismo prisma. Aludo a individuos que sólo encuentran abrigo espiritual en determinados lugares religiosos, bajo la dirección moral de ciertos consejeros espirituales o en el seno de comunidades muy concretas, por lo general alejadas, si no encontradas, con la doctrina oficial de la fe que dicen profesar.
Es curioso observar cómo esas personas justifican sus diferencias con respecto a la ortodoxia de la iglesia en la que se consideran inscritos. Alguien me dijo en una ocasión que cada uno vive la fe como quiere. No le faltaba razón: el ser humano es libre hasta para eso. Lo que me sorprende es que se viva de forma distinta a la que marcan las iglesias (estoy hablando de algo que no sólo afecta a la Iglesia Católica) y sin embargo se mantenga la adscripción nominal a ellas. Parece como si no se atrevieran a reconocer que en realidad han abandonado la disciplina inicial, en la que aprendieron su credo, para emprender otro derrotero religioso.
Existen también creyentes que mantienen con su ideología religiosa unos lazos puramente teóricos, porque luego sus normas de conducta nada tienen que ver con los mandatos de la iglesia a la que dicen pertenecer. He utilizado la expresión sus normas de conducta para referirme, no a comportamientos ocasionales –eso que llaman pecados- sino al hecho de que han adaptado la doctrina oficial a sus conveniencias personales, sin abandonar la formalidad de la pertenencia a determinada fe, otra forma a mi entender de sectarismo.
Supongo que quienes así se comportan se sienten muy confortables en esa dualidad, en esa esquizofrenia religiosa que yo no puedo entender, quizá, no lo voy a negar, porque no sea creyente y base las normas de conducta en la razón y no en entelequias metafísicas .
Partiendo de la base de que me considero un agnóstico inmerso en una sociedad en la que abundan los creyentes, siento una gran curiosidad por entender esas posiciones, que desde mi punto de vista se parecen mucho a lo que llamamos sectas. Porque no me estoy refiriendo a pequeños matices que siempre diferenciarán a unos creyentes de otros, aunque no sea más que porque no todo el mundo ve las cosas bajo el mismo prisma. Aludo a individuos que sólo encuentran abrigo espiritual en determinados lugares religiosos, bajo la dirección moral de ciertos consejeros espirituales o en el seno de comunidades muy concretas, por lo general alejadas, si no encontradas, con la doctrina oficial de la fe que dicen profesar.
Es curioso observar cómo esas personas justifican sus diferencias con respecto a la ortodoxia de la iglesia en la que se consideran inscritos. Alguien me dijo en una ocasión que cada uno vive la fe como quiere. No le faltaba razón: el ser humano es libre hasta para eso. Lo que me sorprende es que se viva de forma distinta a la que marcan las iglesias (estoy hablando de algo que no sólo afecta a la Iglesia Católica) y sin embargo se mantenga la adscripción nominal a ellas. Parece como si no se atrevieran a reconocer que en realidad han abandonado la disciplina inicial, en la que aprendieron su credo, para emprender otro derrotero religioso.
Existen también creyentes que mantienen con su ideología religiosa unos lazos puramente teóricos, porque luego sus normas de conducta nada tienen que ver con los mandatos de la iglesia a la que dicen pertenecer. He utilizado la expresión sus normas de conducta para referirme, no a comportamientos ocasionales –eso que llaman pecados- sino al hecho de que han adaptado la doctrina oficial a sus conveniencias personales, sin abandonar la formalidad de la pertenencia a determinada fe, otra forma a mi entender de sectarismo.
Supongo que quienes así se comportan se sienten muy confortables en esa dualidad, en esa esquizofrenia religiosa que yo no puedo entender, quizá, no lo voy a negar, porque no sea creyente y base las normas de conducta en la razón y no en entelequias metafísicas .
Hola Luis, como puedes ver sigo visitando tu rincón en busca de alguna disertación que me distraiga y a la vez me haga pensar. Con este ensayo lo has vuelto a CONSEGUIR!!!! Es que las fachadas de dudosa moralidad y enconsertadas bien en sandalias o bien en corbata han sido siempre de mi interés.
ResponderEliminarMuchas gracias. Un saludo
Jorge